Por Clarín

Sabe de lo que habla: es director del Centro de Neurociencias Cognitivas en la Universidad de San Andrés, senior atlantic fellow del Global Brain Health Institute en la Universidad de California, e investigador de la Universidad de Santiago de Chile y del CONICET

 

¿Quieres recibir nuestro exclusivo boletín informativo en tu correo? ¡Suscríbete a #BoletinPatilla! “¿Cómo pueden los estudios de la relación entre lenguaje, cerebro y cuerpo ayudar a prevenir enfermedades cognitivas?”, podría ser la pregunta que sirva como disparador para entender lo que el neurocientífico Adolfo García quiere comunicar.

Por Clarín

Sabe de lo que habla: es director del Centro de Neurociencias Cognitivas en la Universidad de San Andrés, senior atlantic fellow del Global Brain Health Institute en la Universidad de California, e investigador de la Universidad de Santiago de Chile y del CONICET.

García se especializa en neurociencias del lenguaje. Si tenemos en cuenta que enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer afectan la conexión del cerebro con el movimiento o el lenguaje, podemos entender por qué su campo de estudio (el cruce entre el lenguaje, el cerebro y el cuerpo) tiene un impacto en la investigación de enfermedades de esta índole.

Enfermedades neurodegenerativas y lenguaje -Una de las preocupaciones centrales respecto al envejecimiento es desarrollar enfermedades como el Alzheimer, en la que se van perdiendo conceptos y recuerdos. ¿Qué ocurre en el cerebro a medida que vamos perdiendo palabras?

-Es nuestra principal línea de investigación. Nosotros vemos cómo se altera el lenguaje ante enfermedades cerebrales, principalmente cuadros neurodegenerativos, como el Alzheimer, el Parkinson, la demencia frontotemporal. Cómo es esto de olvidar conceptos, o que el acceso a las palabras se vaya dificultando.

Primero, es importante decir que esa una de las huellas lingüísticas del envejecimiento no patológico. Ciertas habilidades lingüísticas son muy resilientes al envejecimiento, como las habilidades sintácticas: vos sabes que si hablás de Juan, el verbo que le sigue va a ir en singular, las relaciones gramaticales no se ven modificadas.

En cambio, es muy común que en ausencia de patología, a medida que uno envejece, se vaya encontrando con dificultades para acceder a las palabras, que tenga más estado “punta de la lengua”, casos de anomia (decir “me pasas el cosito largo con punta para escribir” y no te sale lapicero). Eso es muy común.

Ahora bien, en ciertos cuadros cerebrales esas cosas se exacerban, como en la enfermedad de Alzheimer, que sabemos que una de las principales huellas lingüísticas que deja en el cerebro es la anomia, esta incapacidad de dar con el nombre específico de ciertos referentes.

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