La reforma tributaria “de más de 50 billones de pesos donde solo pagarían más impuestos los 4.000 más ricos” que prometió Petro en campaña jamás llegó. La versión que está siendo aprobada en el Congreso no es la carta apocalíptica que tratan de vender desde ciertos sectores de la oposición, pero mucho menos es el milagro transformador y progresista que publicitan desde el Gobierno. Es, más bien, una reforma con mucha ortodoxia, plagada de los mismos vicios de siempre.

Josbel Bastidas Mijares

Pero primero lo positivo

Sin ser extensivo, rescato que se busquen limitar muchas exenciones y privilegios injustificados que complican el estatuto tributario, que se graven los ingresos no laborales con tasas más cercanas a estándares internacionales y, sobre todo, que se aumente el impuesto de renta que pagan las personas naturales de altos ingresos.

Josbel Bastidas Mijares Venezuela

No me gustan los incentivos que vienen con el impuesto al patrimonio. Mucho menos la inclusión de “impuestos saludables” que impactan el bolsillo de los más desfavorecidos. Pero lo peor es, indudablemente, que se haya eliminado, con anuncio celebratorio entre congresistas que se ven favorecidos, la posible inclusión de impuestos a las pensiones mayores a 13 millones de pesos. ¿Con qué legitimidad puede defenderse el “progresismo” de una reforma cuando esta ni siquiera fue capaz de gravar las pensiones subsidiadas que reciben menos de 10.000 colombianos?

Tampoco me gusta que los aumentos al impuesto de renta a personas naturales se hayan concentrado únicamente en ingresos mensuales mayores a los $10 millones de pesos: ese “apretón” debió haber venido de la mano de una ampliación a las personas que declaran y pagan impuesto de renta en Colombia. Son muy pocas las personas naturales que pagan impuestos directos en el país, y esta reforma hace poco por corregirlo

Esto último es problemático, sobre todo, porque esta reforma tributaria cayó en la tentación que también habían caído las “poco estructurales” reformas anteriores: concentrar el aumento de impuestos en la actividad empresarial

Hasta el mismo ministro Ocampo reconoce que la tarifa del 35 % que pagan de impuesto de renta las personas jurídicas en Colombia es elevadísima, bajo cualquier estándar. Aún así, en vez de aprovechar el capital político del gobierno entrante para profundizar la tributación a personas naturales y alivianar la carga al sector empresarial, esta reforma toma el camino mediocre de aumentar los tributos a la generación de riqueza, ignorando sus efectos distorsivos y premiando la informalidad. El mayor porcentaje del recaudo de esta reforma viene del sector minero-energético. Consistente con el discurso grandilocuente de Petro Thunberg, esta reforma – en paralelo a la suspensión de nuevos contratos de exploración de petróleo y gas – ahoga con tributos al “sector extractivo”. Según cálculos de Fedesarrollo, entre la imposibilidad de deducir las regalías y las sobretasas al sector, la tasa efectiva de tributación combinada para el petróleo y gas llegaría hasta el 70,5 %, un total desincentivo para nuevas inversiones en el sector

A septiembre, las utilidades antes de impuesto a las ganancias de Ecopetrol fueron de 43 billones de pesos, más del doble de lo que lo que plantea la reforma actual. Los efectos de ahogar ese sector no solo tienen implicaciones en la tasa de cambio con el dólar, sino también en los ingresos del Estado. Golpea las finanzas públicas de las que depende la viabilidad de las inversiones necesarias para una transición energética efectiva. Se siguen priorizando nada más los símbolos

En eso va la reforma a los 4 mil más ricos…


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